Crítica — Last shadow at first light
Last shadow at first light
Año 2023
País Singapur
Dirección Nicole Midori Woodford
Guion Nicole Midori Woodford
Producción
Jeremy Chua
Shôzô Ichiyama
Boštjan Virc
Tomohiko Seki
Pōtocol, Fourier Films
Studio Virc
Cogito Works
Reparto
Masatoshi Nagase
Mihaya Shirata
Mario Tsutsui
Peter Yu
Fotografia Hideho Urata
Montaje
Daniel Hui
Nicole Midori Woodford
Música Alenja Pivko Kneževič
Duración 107 min
Sinopsis
Perseguida por el recuerdo de su madre muerta en el terrible tsunami del 2011, Ami se embarca en un viaje de Singapur a Japón en compañía de su indolente tío Isamu. Entre paisajes fantásticos, sueños y fantasmas, Ami conseguirá cerrar las heridas que la atormentan.
Last shadow at first light
Año 2023
País Singapur
Dirección Nicole Midori Woodford
Guion Nicole Midori Woodford
Producción
Jeremy Chua
Shôzô Ichiyama
Boštjan Virc
Tomohiko Seki
Pōtocol, Fourier Films
Studio Virc
Cogito Works
Reparto
Masatoshi Nagase
Mihaya Shirata
Mario Tsutsui
Peter Yu
Fotografia Hideho Urata
Montaje
Daniel Hui
Nicole Midori Woodford
Música Alenja Pivko Kneževič
Duración 107 min
Sinopsis
Perseguida por el recuerdo de su madre muerta en el terrible tsunami del 2011, Ami se embarca en un viaje de Singapur a Japón en compañía de su indolente tío Isamu. Entre paisajes fantásticos, sueños y fantasmas, Ami conseguirá cerrar las heridas que la atormentan.
Tras haber trabajado en publicidad y haber realizado algunos cortometrajes previos, la directora singapurense Nicole Midori Woodford debuta en el largometraje con Last Shadow at First Light, una delicada ópera prima sobre la muerte, la memoria y el recuerdo. Un filme reposado, misterioso y poético que retrata personajes introspectivos que viajan en busca de algo.
En Last Shadow at First Light, Ami (Mihaya Shirata), la joven protagonista, viaja desde Singapur hasta Japón en busca de su madre, supuestamente desaparecida muchos años atrás a causa de un devastador tsunami. Al principio un tanto a regañadientes, su tío Isamu (Masatoshi Nagase) la acompaña en el trayecto. Es un hombre de pocas palabras, algo ludópata, alcohólico y generalmente deprimido, un hombre taciturno en busca de alguna razón para vivir (aunque, todo sea dicho, tal vez no ponga el suficiente empeño en esta búsqueda).
«ENTRE PAISAJES FANTÁSTICOS, SUEÑOS Y FANTASMAS, AMI CONSEGUIRÁ CERRAR LAS HERIDAS QUE LA ATORMENTAN.»
Juntos, emprenderán un viaje de imprevisibles consecuencias. Ami, obsesionada con el pasado, escucha de modo obsesivo las cintas de casete de su infancia que reproducen la voz de su madre ausente. Son, al fin y al cabo, el único rastro que le queda de ella, el único recuerdo al que aferrarse. Cintas que (nos) hablan del paso del tiempo, de la huella que deja en nosotros el pasado, del peso de los traumas. Cintas que (nos) hablan de tiempos irrecuperables, de fantasmas, de personajes que están sin estar, de heridas que nunca llegan a cicatrizar.
Durante el viaje, Ami se verá obligada a crecer, a darse cuenta de muchas cosas. Isamu, al acompañar a Ami en su viaje, se verá asimismo obligado a replantearse su desnortada vida. Y de fondo, un tanto desenfocada pero siempre presente, tenemos la catástrofe del tsunami que en 2011 se llevó la vida de más de 15.000 personas y dejó una cicatriz indeleble en la vida de varios millones.