FESTIVALES

Locarno — Un festival que ama el cine de mujeres

El certamen suizo reconoció con una mención especial del jurado Salve María de Mar Coll, mientras concedía el Leopardo de Oro a la destacable Toxic de Saulė Bliuvaitė.

Eulàlia Iglesias

Como confirma su historia reciente, la presencia de mujeres cineastas en las secciones competitivas del Festival de Locarno ha sido por lo general más alta que en otros certámenes de clase A como Cannes o Venecia. Esto se debe en buena parte a la dirección artística de un evento donde pesa menos la política de los autores, y donde la programación no se basa tanto en los grandes nombres o propuestas más comerciales como en abrir las puertas a películas más atrevidas y a cineastas emergentes. Además, al contrario de lo que ocurre en otros grandes festivales, en Locarno, el cine de no ficción, un territorio por el que todavía se mueven más las mujeres, no se discrimina de la Competición Internacional. 

Desde hace pocos años, el festival presenta su propia «evaluación de género» en el dossier de prensa general. Así, podemos comprobar que, en 2024, del total de filmes inscritos en el festival, el 27,4% estaban firmados por mujeres, el 0,9 por personas no binarias, el 3,1% eran codirecciones mixtas, y un 3% estaban firmados por personas que han preferido no identificarse en ningún sentido. La selección final ha contado finalmente con 34,9 largos firmados por mujeres y con 1,6 títulos correalizados por parejas mixtas. Ocho de las 17 películas de la Competición Internacional las dirigían o codirigían mujeres, mientras que en el caso de Cineastas del Presente, eran siete de un total de 15. 

En este contexto, las directoras catalanas y españolas han encontrado en Locarno un festival de clase A propicio a estrenar sus obras. A nombres como, entre otros, los de Elena López Riera (Las vísceras, en 2016; y Pardino de Oro al mejor corto suizo por Los que desean, en 2018), Natalia Marín (La casa de Julio Iglesias, 2018), Neus Ballús (Seis días corrientes, 2021), Blanca Camell (Castells, 2022) y Laura Ferrés (La imagen permanente, 2023), se han sumado en esta 77.ª edición los de Mar Coll y Paz Vega.

En su tercer largometraje, Mar Coll se adentra en el lado oscuro de la experiencia de la maternidad con Salve María, la adaptación de Las madres no de Katixa Agirre. En el libro de la escritora vasca, una periodista se siente atraída por el caso de una mujer francesa que ha ahogado a sus dos bebés en la bañera mientras ella misma se enfrenta a la crianza del primer hijo. Coll parte de la misma idea, pero aquí la figura de la infanticida extranjera como «monstruo», que fascina desde cierta distancia a la narradora en tanto proyección de los fantasmas de la maternidad, queda más diluida, por lo que la protagonista asume esta vertiente oscura de madre primeriza y «normal» que, sin embargo, lejos de vivir los cuidados de su hijo como una etapa maravillosa, se siente sobrepasada y cada vez más arrastrada hacia el abismo. Con la complicidad de una Laura Weissmahr que transmite espléndidamente la angustia psíquica y física de la protagonista, Coll firma una película intensa y valiente en su aproximación desidealizada a la experiencia de la maternidad.

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