Crítica — La memoria infinita: La necesidad del recuerdo
En este documental nominado a los Oscar, Maite Alberdi conecta la historia individual con la colectiva a través del retrato del matrimonio formado por el periodista chileno Augusto Góngora, enfermo de Alzheimer, y su esposa, la actriz Paulina Urrutia. Una obra desoladora que reivindica la importancia de la memoria.
La memoria infinita
Año 2023
País Chile
Dirección Maite Alberdi
Producción
Fábula
Micromundo Produccions
Chicken and Egg Pictures
Immaat Productions
UTA Independent Film Group
Reparto
Augusto Góngora
Paula Urrutia
Fotografía
Pablo Valdés
David Bravo
Montaje Carolina Siraqyan
Distribución BTeams
Duración 85 min
Fecha de estreno 12 de enero de 2024
Sinopsis
Augusto Góngora y Paulina Urrutia son un matrimonio popular en Chile, vinculado al mundo de la cultura y los medios de comunicación, y significados políticamente por su oposición al pinochetismo. Son también un matrimonio atravesado por la tragedia de una enfermedad, el alzhéimer, que está degradando rápidamente a Augusto. La memoria infinita sigue el día a día de Paulina y Augusto en el interior de su domicilio y constituye, a la vez, una desoladora historia de amor y una reivindicación de la memoria personal y colectiva.
La memoria infinita
Año 2023
País Chile
Dirección Maite Alberdi
Producción
Fábula
Micromundo Produccions
Chicken and Egg Pictures
Immaat Productions
UTA Independent Film Group
Reparto
Augusto Góngora
Paula Urrutia
Fotografía
Pablo Valdés
David Bravo
Montaje Carolina Siraqyan
Distribución BTeams
Duración 85 min
Fecha de estreno 12 de enero de 2024
Sinopsis
Augusto Góngora y Paulina Urrutia son un matrimonio popular en Chile, vinculado al mundo de la cultura y los medios de comunicación, y significados políticamente por su oposición al pinochetismo. Son también un matrimonio atravesado por la tragedia de una enfermedad, el alzhéimer, que está degradando rápidamente a Augusto. La memoria infinita sigue el día a día de Paulina y Augusto en el interior de su domicilio y constituye, a la vez, una desoladora historia de amor y una reivindicación de la memoria personal y colectiva.
La chilena Maite Alberdi ha conseguido, con sólo 40 años, que sus dos últimos largometrajes, El agente topo y La memoria infinita, hayan sido nominados a los Óscar a mejor documental. No es un logro menor para dos filmes hablados íntegramente en español, rodados en Chile y centrados en un colectivo, el de los hombres y las mujeres pertenecientes a eso que llamamos la tercera edad, frecuentemente invisibilizados en el cine. La memoria infinita, que también ganó el gran premio del jurado en el Festival de Sundance en 2023, es un delicado y emotivo filme sobre los efectos desoladores del Alzhéimer, a la vez que una historia de amor, casi un melodrama, y un efectivo alegato a favor de la necesidad de la memoria en un país desmemoriado como es Chile (y como España, podríamos añadir, ya que Alberdi es de ascendencia vasca).
El filme se centra, casi de forma exclusiva, en el día a día de una pareja, un matrimonio en el que él muestra, de forma cada vez más evidente, un rápido deterioro debido al alzhéimer. Alberdi, sin embargo, no ha escogido a cualquier pareja, sino a una que encarna, en cierto modo, la propia historia de Chile: Augusto Góngora, periodista y personalidad pública vinculado de forma muy directa a la lucha clandestina contra Pinochet, y su esposa, Paulina Urrutia, actriz y política chilena, que llegó a ser ministra de Cultura durante la etapa democrática posterior a la dictadura. La película los muestra en sus actividades más cotidianas: ducharse, comer, pasear, con la pausa que requiere la fragilidad de una existencia al borde del olvido, y mostrando de forma contundente la tarea de cuidados que, como una pesada losa, recae casi exclusivamente sobre la esposa. Estos momentos de intimidad, que Alberdi filma con una distancia y un respeto loables, contrastan con los vídeos domésticos que Paulina graba, con una pequeña videocámara, sobre su día a día, muchos de ellos realizados durante el confinamiento generado por la pandemia. Es siempre conflictivo filmar a una persona que, seguramente, no es consciente de lo que significa esa grabación, ni que puede dar su consentimiento expreso a ser grabado y a que esas imágenes sean proyectadas públicamente. Aunque, en ocasiones, esta es una idea que puede cruzar por la mente de cualquiera que vea La memoria infinita ―sobre todo, a partir de su desoladora segunda mitad, cuando la enfermedad y la demencia se han apoderado, completamente, de Augusto―, Alberdi parece resolverlo (al menos, en parte) al hacer que sea Paulina, y no la cineasta ni su equipo, la que filme a Augusto en los momentos más desgarradores de la enfermedad.