La mirada contemporánea sobre el cine lésbico
El caso de 'Dos Chicas a la fuga', 'El club de las luchadoras' y 'Sangre en los labios'.
La materialización del primer deseo de Marian (Geraldine Viswanathan) se desencadena tras la colisión de su querer reprimido con el de Jamie (Margaret Qualley), exteriorizado a través de su fisicalidad: sentada con las piernas abiertas y los brazos hacia atrás, apoyados en la parte superior de los asientos mientras un contacto visual irrompible trata de generar confianza, una postura firme en la que el temblor de Marian pueda estabilizarse. Como castigo a su transgresión, Marian acaba en el calabozo tras deambular de noche por un barrio de clase alta y, en el espacio contenido por las rejas, la joven revela, en el plano onírico, un flashback del despertar de su deseo.
Durante una tarde de verano dedicada a saltar en la cama elástica de su patio trasero, y desde la identificación de un plano subjetivo, Marian observa la figura desnuda de su vecina tomando el sol, al lado de la piscina y con unas botas rojas de cowboy descansando junto a la tumbona. La cinta plasma un momento de curiosidad por una fascinación desconocida. Un segundo sueño irrumpe en el metraje, ahora con una Marian que, activamente, perfora la valla que separa su patio del contiguo para seguir observando la escena. Este momento voyeur le brinda la imagen de su vecina nadando en la piscina, a cámara lenta, una imagen milagrosa que se ve interrumpida por la intrusión del marido de la mujer que, sin rostro, sujetando una cerveza y con la barriga asomando, pregunta: «Cariño, ¿comeremos pronto?». Sin identidad, apela a la mediocre misoginia masculina, en contraposición con la figura casi divina, a ojos de la niña, de la mujer a la que ellos sólo se dirigen para satisfacer sus necesidades básicas.