Sara Gómez — Cine, vanguardia, revolución y cuestionamiento
A pesar de su corta vida, la cineasta afrocubana exploró las posibilidades del cine documental como herramienta de transformación social. Con motivo del 50 aniversario de su muerte y gracias a la reciente restauración de sus películas, la Filmoteca de Catalunya dedica una retrospectiva a esta cineasta, una de las primeras mujeres en dirigir películas en la Cuba revolucionaria, y lo hace con la colaboración de la Mostra Internacional de Films de Dones de Barcelona.
“Habrá que hacer un cine sin concesiones, que toque la raíz de los intereses de todos, un cine capaz de expresarlos en sus contradicciones y que tenga como objetivo ayudar a hacer a todos nosotros, hombres y mujeres capaces de plantearse la vida como eterno conflicto con el medio en el que solo podemos vencer. Ese debe ser el propósito».
Sara Gómez
Una muerte –demasiado– temprana truncó la carrera cinematográfica de Sara Gómez cuando, tras haber dirigido casi una veintena de cortometrajes, se encontraba en pleno proceso de edición de su primer largometraje, De cierta manera. Era el 2 de junio de 1974 y Sara, que por aquel entonces contaba con tan solo 31 años, murió a causa de una parada respiratoria causada por una de sus frecuentes crisis asmáticas. Tomás Gutiérrez Alea (coguionista del film) y Julio García Espinosa fueron los encargados de terminar la película.
Con motivo del 50 aniversario de su muerte y gracias a la reciente restauración de sus películas, realizada por el Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC), Vulnerable Media Lab de Canadá y Arsenal–Institute for Film and Video de Berlín, la Filmoteca de Catalunya dedica una retrospectiva a esta cineasta, una de las primeras mujeres en dirigir películas en la Cuba revolucionaria, y lo hace con la colaboración de la Mostra Internacional de Films de Dones de Barcelona.
Pero, vayamos algunos años atrás en el tiempo para empezar por el principio. Corrían los años sesenta. Bajo la idea de «un cine revolucionario para la revolución», la isla de Cuba se convertía en punta de lanza del llamado Nuevo Cine Latinoamericano y Sara Gómez fue la primera mujer afrocubana que, tras estudiar en el ICAIC, se lanzaba a explorar las posibilidades del cine, en este caso, del cine documental. Pero antes de empezar a dirigir, Sara Gómez cursó seis años de música en el Conservatorio Municipal de la Habana Amadeo Roldán, ejerció como periodista en el periódico estudiantil Mella y en el semanario HOY, Domingo, y también trabajó como asistente de dirección de cineastas como Agnès Varda (¡Salut les cubains!, 1963), Tomas Gutiérrez Alea (Cumbite, 1964) o Jorge Fraga (El robo, 1965).
Sus primeros cortometrajes documentales (Plaza Vieja, Solar Habanero e Historia de la piratería), dirigidos a principios de los años 60, formaron parte de la llamada Enciclopedia Popular, iniciativa coordinada por Octavio Cortázar y enmarcada dentro del conjunto de medidas políticas que se empezaban a implementar con la Revolución. Más tarde vendrían obras como Iré a Santiago (1964), Excursión a Vuelta Abajo (1965) o Guanabacoa: crónica de mi familia (1966), uno de sus documentales más personales y autobiográficos.
El resto de sus obras, realizadas entre los años 60 y principios de los 70, abordaron distintas temáticas como la cultura popular (Y tenemos sabor, 1967), la marginación (Una isla para Miguel, 1968), el racismo (En la otra isla, 1968), el feminismo y la integración de la mujer en el mercado laboral (Mi aporte, 1969), la conservación del patrimonio histórico, la inmigración (De Bateyes, 1971), el mestizaje, la maternidad (Atención prenatal, Año uno, 1972) o la lucha obrera (Sobre horas extras y trabajo voluntario, 1973).
Siempre en blanco y negro, y con un tono entre lo experimental, lo antropológico y lo pedagógico, sus documentales, situados en la vanguardia del cine latinoamericano de la época, pueden ser vistos como una herramienta para la transformación social y la reflexión en un entorno como es el de la Revolución cubana. Como decía la propia Sara Gómez, su cine «era el resultado de una definida actitud frente a los problemas que se le planteaban, frente a la necesidad de una descolonización política e ideológica, de romper con los valores tradicionales ya sean económicos, éticos o estéticos». Como mujer negra y revolucionaria, Sara Gómez era consciente de la diversidad del público potencial de sus películas, y también del gran poder del cine como herramienta para impulsar el cambio social. Su mirada fue tan valiosa como única; apoyó la revolución, sí, pero también la cuestionó cuando lo consideró necesario ya que, a diferencia de algunos de sus compañeros cineastas, nunca cayó en la retórica de exaltación incondicional de los proyectos sociales de la Revolución. Es más, dejó en evidencia que la revolución sólo se podía llevar a cabo de modo colectivo y asambleario, escuchando a los demás y siendo conscientes tanto de las necesidades de la comunidad como de la capacidad transformadora de los individuos que la conforman.
¿Cómo puede la Revolución acabar con las desigualdades?, parece preguntarse Sara Gómez con cada plano que filma. ¿Y con el racismo? ¿Y con el machismo? Es por esta actitud crítica que algunos de sus documentales (como, por ejemplo, Mi aporte), fueron prohibidos durante años). Sus obras, de tono observacional y aspecto naturalista, a menudo protagonizadas por aquellas personas humildes a las que entrevistaba (obreros, profesoras, músicos, enfermeras, etc.), abren un debate respecto a temas que, incluso hoy en día, medio siglo después, siguen teniendo una gran vigencia y suponen una profunda reflexión sobre diversos aspectos de la Revolución cubana. Encuadrando a sus protagonistas sin juzgarlos de modo paternalista o condescendiente, permite que la conversación, la escucha y el debate transcurran en el espacio fílmico y se conviertan en el eje transversal que recorre su obra. Hay en su cine una parte incuestionable de rebeldía, de lucha, de búsqueda incansable, y también de búsqueda de la justicia, de la igualdad, de un mundo en que hombres y mujeres puedan tener las mismas oportunidades y los mismos derechos.
«No puedo plantearme el cine didáctico como una especialidad, sino como una necesidad. Para muchos de nosotros la vocación de cineastas nos nació con la de revolucionarios y ambos oficios han llegado a constituirse como inseparables. Si sentimos la necesidad de un cine didáctico en tanto que revolucionario, este siempre será útil, interesante y cinematográficamente válido en tanto que cineastas».
“Los documentalistas y sus concepciones”, en: Pensamiento crítico, no. 42, La Habana, julio de 1970, p. 94.
Con De cierta manera –su primer largometraje–, Sara Gómez dio un paso adelante decisivo en su filmografía. Película pionera que difumina las fronteras entre documental y ficción mezclando actores y actrices tanto profesionales como no profesionales, De cierta manera retrata la relación entre Yolanda, maestra en la comunidad de Miraflores proveniente de familia acomodada, y Mario, obrero sin formación académica alguna perteneciente a la clase baja. De algún modo, muchos de los temas que ya aparecían en sus anteriores documentales se reúnen en este filme: el machismo, la integración de las mujeres en el mundo laboral, el colonialismo, el peso de la tradición, la deconstrucción del paradigma revolucionario, la regeneración de los barrios marginales, la pobreza, los derechos de los trabajadores… Como una suerte de estudio sociológico autoral, el film muestra las transformaciones que está sufriendo la zona en cuestión (el barrio Miraflores) y radiografía sin tapujos la Cuba de los años 70 en toda su complejidad. Lo hace, eso sí, de un modo orgullosamente anárquico, casi situacionista, podríamos decir. Los temas transitan por la narración de manera impredecible, conformando así una estructura argumental tan irregular como atractiva y repleta de digresiones, dotando al film de una frescura y originalidad (también en sus encuadres) que, medio siglo más tarde, seguirá influyendo en el mundo del cine de no ficción.
SUS OBRAS, DE TONO OBSERVACIONAL Y ASPECTO NATURALISTA, A MENUDO PROTAGONIZADAS POR AQUELLAS PERSONAS HUMILDES A LAS QUE ENTREVISTABA (OBREROS, PROFESORAS, MÚSICOS, ENFERMERAS, ETC), ABREN UN DEBATE RESPECTO A TEMAS QUE, INCLUSO HOY EN DÍA, MEDIO SIGLO DESPUÉS, SIGUEN TENIENDO UNA GRAN VIGENCIA Y PLANTEAN UNA PROFUNDA REFLEXIÓN SOBRE DIVERSOS ASPECTOS DE LA REVOLUCIÓN CUBANA.
Resulta innegable la repercusión del cine de Sara Gómez, no sólo en su país sino también en el resto del mundo. En el año 2005, la directora suiza Alessandra Muller dirigió ¿Dónde está Sara Gómez?, largometraje documental que hace un repaso de su legado y nos muestra su modo de ver la vida, de enfrentarse al cine. Entrevistando y recogiendo declaraciones de gente como Germinal Hernández (sonidista de algunos de sus films), las cineastas Gloria Rolando y Agnès Varda o incluso algunas amistades o miembros de su familia (sus hijas Ibis e Iddia, su hijo Alfredo…), el film reconstruye la figura de Sara dándonos a conocer así su lado más desconocido. Años más tarde, en el año 2017, Olga García Yero publicó el libro Sara Gómez: un cine diferente, que forma parte de las ediciones del ICAIC. Hubo que esperar hasta el año 2021, eso sí, para que en Cuba se mostrara la copia restaurada de De cierta manera. Fue dentro de la programación de la Muestra de Mujeres Cineastas. Ahora, en el año 2024, se cumple medio siglo de su estreno. Una obra militante, antirracista, innovadora y, en definitiva, profundamente feminista que, a día de hoy, resulta más que pertinente recuperar.