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Crítica — Tengo sueños eléctricos: Padre no hay más que uno

Valentina Maurel compone una valiente, y arriesgadísima, ópera prima sobre una adolescente que bucea en las turbulentas aguas del mundo adulto de la mano de su conflictivo padre. Una historia de amor y violencia que recuerda al cine físico, y visceral, de Maurice Pialat.

María Adell Carmona

Tengo sueños eléctricos

Año 2023

País Costa Rica
Francia
Bélgica

Dirección Valentina Maurel

Guion Valentina Maurel

Producción Wrong Men North
Geko Films
Tres tigres

Reparto Daniela Marín Navarro
Reinaldo Amien
Vivian Rodríguez
Adriana Castro García

Fotografía Nicolás Wong

Montaje Bertrand Conard

Distribución Sideral

Duración 104 min

Fecha de estreno 2 de febrero de 2023

Sinopsis

Eva, una chica de 16 años, vive con su madre y su hermana pequeña tras el divorcio de sus padres. Su incomodidad con la nueva situación, y el rencor hacia su madre, la hace anunciar que quiere vivir con su padre, Martín, un escritor carismático, pero de carácter tumultuoso y de vida absolutamente desordenada. Eva empezará a entrar en el mundo adulto y complicado de Martín, sin darse cuenta de las consecuencias que eso le acarreará.

Tengo sueños eléctricos

Año 2023

País Costa Rica
Francia
Bélgica

Dirección Valentina Maurel

Guion Valentina Maurel

Producción Wrong Men North
Geko Films
Tres tigres

Reparto Daniela Marín Navarro
Reinaldo Amien
Vivian Rodríguez
Adriana Castro García

Fotografía Nicolás Wong

Montaje Bertrand Conard

Distribución Sideral

Duración 104 min

Fecha de estreno 2 de febrero de 2023

Sinopsis

Eva, una chica de 16 años, vive con su madre y su hermana pequeña tras el divorcio de sus padres. Su incomodidad con la nueva situación, y el rencor hacia su madre, la hace anunciar que quiere vivir con su padre, Martín, un escritor carismático, pero de carácter tumultuoso y de vida absolutamente desordenada. Eva empezará a entrar en el mundo adulto y complicado de Martín, sin darse cuenta de las consecuencias que eso le acarreará.

La deslumbrante e inquietante ópera prima de la cineasta francocostarricense Valentina Maurel podría haberse titulado Apegos feroces, como la famosa obra de autoficción en la que Vivian Gornick diseccionaba la turbulenta relación con su madre. En el libro de Gornick, los traumas del pasado afloraban a partir de los diálogos que la autora y su anciana madre entablaban en sus largos paseos por Nueva York, mientras que en la película de Maurel lo físico sustituye a lo verbal, y el golpe (o el puñetazo) al comentario envenenado o al reproche. Hay mucho del cine de Maurice Pialat en Tengo sueños eléctricos, en especial ―y obviamente, tratándose de una protagonista adolescente― de esa obra maestra que es A nuestros amores. Maurel, como Pialat, muestra el amor (en este caso el paternofilial) como combate físico, como duelo a brazo partido entre dos personas que, aun amándose, son también contrincantes y adversarios vitales.

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