Crítica — The Architect: Distopia habitacional
Miniserie noruega de 4 episodios que aborda con mucho humor negro la dificultad creciente de la población para encontrar viviendas accesibles.

The Architect (Arkitekten)
Año 2023
País Noruega
Dirección Kerren Lumer-Klabbers
Guion
Kristian Kilde
Nora Landsrød
Kerren Lumer-Klabbers
Producción
Nordisk Film Production AS.
Reparto
Eili Harboe
Fredrik Stenberg
Ditlev-Simonsen
Ingrid Giæver
Alexandra Gjerpen
Petronella Barker
Kim Falck
Fotografía David Bauer
Montaje Linn Heidi Slåttøy
Distribución
Viaplay
Filmin
Duración 4 capítulos de 20 min
Fecha de estreno
25 de julio de 2023
en Filmin
Sinopsis
Julie, joven arquitecta con trabajo, se ve obligada a vivir en un garaje por la subida de precios del alquiler en la ciudad de Oslo. En un futuro que es ya presente, los propietarios del suelo están dispuestos a encontrar soluciones imaginativas para meter al mayor número de personas en el menor espacio posible. Julie tiene una idea para conseguirlo…
The Architect (Arkitekten)
Año 2023
País Noruega
Dirección Kerren Lumer-Klabbers
Guion
Kristian Kilde
Nora Landsrød
Kerren Lumer-Klabbers
Producción
Nordisk Film Production AS.
Reparto
Eili Harboe
Fredrik Stenberg
Ditlev-Simonsen
Ingrid Giæver
Alexandra Gjerpen
Petronella Barker
Kim Falck
Fotografía David Bauer
Montaje Linn Heidi Slåttøy
Distribución
Viaplay
Filmin
Duración 4 capítulos de 20 min
Fecha de estreno
25 de julio de 2023
en Filmin
Sinopsis
Julie, joven arquitecta con trabajo, se ve obligada a vivir en un garaje por la subida de precios del alquiler en la ciudad de Oslo. En un futuro que es ya presente, los propietarios del suelo están dispuestos a encontrar soluciones imaginativas para meter al mayor número de personas en el menor espacio posible. Julie tiene una idea para conseguirlo…
Constitución Española
Artículo 47
Todos los españoles tienen derecho a disfrutar de una vivienda digna y adecuada. Los poderes públicos promoverán las condiciones necesarias y establecerán las normas pertinentes para hacer efectivo este derecho, regulando la utilización del suelo de acuerdo con el interés general para impedir la especulación. La comunidad participará en las plusvalías que genere la acción urbanística de los entes públicos.
Que el encarecimiento de la vivienda en las grandes ciudades se está convirtiendo en un problema acuciante, especialmente para los estratos sociales más desfavorecidos, es algo que forma ya parte de una dolorosa cotidianidad, y no tanto de una de esas distopías futuras ubicadas en mundos lejanos. Esta es la premisa de la que parte The Architect, miniserie noruega de cuatro episodios dirigida por Kerren Lumer-Klabbers que obtuvo una mención especial a la mejor serie en el último Festival de Berlín. Ambientada en Oslo, en un futuro inquietantemente cercano, la serie nos muestra una ciudad donde el problema de la vivienda es tal, que la mayoría de personas –aunque tengan un buen empleo– son incapaces de tener acceso a un hogar. Esta es la situación de Julie, joven licenciada que trabaja en un despacho de arquitectos, pero cuyo sueldo de ayudante tan solo le permite vivir en un garaje compartido con un montón de desconocidos, reduciendo su intimidad a 20 metros cuadrados delimitados por una miserable cortina. La vergüenza, la frustración y la sensación de fracaso obligan a Julie a ocultar sus circunstancias a sus colegas de trabajo, entre ellos, su exnovio Marcus, nuevo fichaje estrella del despacho de arquitectos. Ironías de la vida, ¿no? La pobre Julie dedica su vida a diseñar espacios para ser habitados, pero no puede aspirar a vivir en una vivienda digna porque su sueldo no se lo permite.
La ciudad retratada por Lumer-Klabbers representa, sin duda alguna, el triunfo incuestionable de la corrupción, la especulación, la gentrificación y el capitalismo más salvaje, pero también el fracaso absoluto del ser humano como especie. Una ciudad apta para el consumo, pero no para la vida. Una ciudad de precios prohibitivos en la que es un algoritmo el que se encargará de determinar si puedes tener o no acceso a una hipoteca. Una ciudad en la que la llamada «arquitectura social» no es más que una tirita en una pierna gangrenada, maquillaje que pretende ocultar bajo la alfombra las desigualdades y deficiencias de una sociedad que nada tiene de justa e igualitaria. Una ciudad repleta de drones que pasean perros o reparten regalos de cumpleaños. Una ciudad en la que no te puedes detener en el espacio público a no ser que consumas algo: un café, un smoothie, un sándwich, lo que sea. ¿Para qué vas a salir de casa si no es para generarle un beneficio económico al sistema? Como era de esperar, la sombra de Black Mirror es alargada. Los peores vaticinios sobre el futuro parecen cumplirse y los avances tecnológicos no hacen sino aumentar la brecha económica, perjudicando sin piedad a la clase obrera.
Lejos de ofrecer una imagen idílica de los países nórdicos, The Architect hace hincapié en los aspectos más incómodos de su sociedad: la frialdad, la progresiva deshumanización de los habitantes de una ciudad prácticamente inhabitable, en la que la supervivencia parece estar reservada tan solo a aquellos que carecen de escrúpulos, aquellos que no dudan en pisotear a quien sea necesario para así poder aspirar a una vida un poco mejor, tal vez, si hay suerte, incluso a un apartamento de 20 metros cuadrados en las afueras de la ciudad. Por eso Julie, víctima de la desesperación, se ve obligada a transformarse y renunciar a sus principios. Principios que, en una sociedad como la que The Architect nos muestra, sirven para bien poco.